España

Historias contra un mito

Mujeres gitanas rompen en Alicante los prejuicios al contar cómo se han formado y han accedido al mercado laboral

ACTO EN ALICANTE. Varias asistentes en el Congreso Nacional de Mujeres Gitanas. /RAFA MOLINA

Por: Eva M. Lahoz - Alicante 24/10/2009

Sobre los gitanos y, en concreto, las mujeres, existen cientos de mitos y prejuicios. Al pensar en ellas como colectivo, muchos las imaginan sin ir a la escuela, casadas a temprana edad, rodeadas de hijos y sin trabajar fuera de casa. Sin embargo, las cosas hace tiempo que empezaron a cambiar, aunque la sociedad no se dé cuenta.
 
Un vivo ejemplo de ello son las vidas de Carmen Santiago, Soraya Giménez, Amara Montoya y Alexandrina da Fonseca, cuatro mujeres orgullosas de pertenecer a la etnia gitana y de ser, además, independientes. Ellas son un ejemplo para muchas otras compañeras y amigas y han sido el estandarte del primer Congreso Nacional de Mujeres Gitanas, celebrado esta semana en Alicante.
 
Cuando Carmen empezó la carrera de Derecho a mediados de los 80, no había ninguna compañera de su etnia en alguna facultad de España. «Fui la primera gitana licenciada en Derecho». Los responsables de ello fueron sus padres, que ya en aquellos años «entendían que yo y mis tres hermanos debíamos estudiar para evolucionar y labrarnos un futuro». Por eso, siente que a ellos les debe todo y confía en que su familia sea el ejemplo de otras muchas.
 
«Algunos no ven bien la revolución que hemos iniciado las mujeres, les cuesta aceptar el cambio porque creen que por estudiar y ser independientes vamos a dejar de ser gitanas, pero se equivocan». Ella está casada con un payo, y reconoce que hubiera sido difícil encontrar a un hombre de su etnia que aceptase su independencia.
 
Soraya tampoco lo ha encontrado. Es y vive sola en un piso de Madrid, donde se trasladó hace dos años desde Zaragoza tras realizar un curso de liderazgo en política. «Rompí muchos esquemas y, en estos momentos, probablemente soy de las únicas gitanas que viven solas en otra ciudad», señala. El apoyo de su familia fue fundamental.
 
Ahora estudia Administración y Dirección de Empresas, trabaja para el Instituto de Cultura Gitana y está afiliada al PSOE. Respecto a la evolución de las gitanas en los últimos años, resume: «Nosotras hemos dado siete pasos y los hombres dos, por lo que a veces cuando miramos a nuestro alrededor, no los vemos a nuestro lado. Tendrán que adaptarse, porque no hay marcha atrás».
 
Los padres de Amara trabajaban en la venta ambulante de antigüedades. Tuvieron seis hijas. «Una familia de hembras», dice y señala: «Tenían claro que querían que tuviésemos una vida más fácil que la suya, nos invitaron a ser independientes y a estudiar»
 
Sin impedimentos
 
Ella interiorizó esta filosofía y luchó por labrarse un futuro como educadora social, que ahora le permite trabajar para el Instituto de Cultura Gitana. Su marido es de su misma etnia y nunca le ha puesto impedimentos: «Nos admiramos mutuamente y nos respetamos». Sus cuatro hijos, tres varones y una hembra, «colaboran en casa por igual, y les hemos inculcado la importancia del estudio».
 
Alexandrina también mamó la lucha por la libertad y los derechos de los gitanos desde la cuna. «Mis padres asesoraban a otros gitanos, les ayudaban a arreglar sus papeles», indica. Ella entró en el mundo asociativo alicantino hace más de 20 años, y ha dedicado su vida a dar ejemplo y a apoyar a otras mujeres de su etnia para que luchen por sus derechos.
 
Cada acto que organizan las asociaciones atrae a cientos de mujeres que tienen la voluntad de avanzar». «Los hombres van acostumbrándose porque a nosotras ya no se nos puede parar».
 

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