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Tres Miradas Sobre

JORGE EMILIO NEDICH

Portada del libro "La Extraña Soledad de los Gitanos"

Breve Noticia Biobibliográfica

Étnicamente perteneciente al pueblo Rom (Ludar). Nació el 5 de febrero de 1959 en Sarandí provincia de Buenos Aires. Hasta los diecisiete años vivió de manera nómada junto a su pueblo, lo que le imposibilitó acceder a los establecimientos educativos, hecho que no le impidió aprender a leer y, al comenzar su adolescencia, comenzar a escribir.

Su primera novela publicada fue “Gitanos para su bien o su mal” (Torres Agüero  Editor. Buenos Aires. 1994). La obra fue galardonada con el segundo premio en el concurso internacional “Amico Rom“, (Italia) en septiembre de 1995. El mencionado  premio otorgado en lengua española fue auspiciado por la Universidad de La Sorbona de París y la Comunidad Económica Europea.

 La segunda novela publicada fue “Ursari” (Torres Agüero Editor. Buenos Aires.  Novela, 1997.

 Su tercera novela “Leyenda Gitana” (Editorial Planeta. Buenos Aires. 2000) fue  finalista en Argentina del Premio Planeta 1999. Esta novela ha sido publicada en España bajo el título “La extraña Soledad de los Gitanos” (Ediciones del Bronce.  2001).

 Su cuarta novela, “El Pepe Firmenich” (Ediciones B. Buenos Aires. 2003) recorre el  periodo de la guerrilla “montonera” en la Argentina durante la década del setenta. El relato es narrado y protagonizado por Mario Eduardo Firmenich, Esther Norma Arrostito y Rodolfo Walsh, el intento es dar una visión focalizada de la historia a través de los hechos íntimos y políticos recreados por la ficción.

 Para la conmemoración del centenario del Club Atlético Boca Juniors, publicó cuatro novelas breves infantiles cuyos títulos son: “La primera vez que fui a La Bombonera” (Editorial Planeta, noviembre de 2004), “Me fui a probar a Boca” (Editorial Planeta,noviembre de 2004), “Dos desafíos” y “De Boquita a la selección” estas dos últimas publicadas en abril de 2005. En las cuatro novelas se crea un mundo infantil ligado al humor y al fútbol, a sus códigos y, especialmente, al fanatismo por el Club Boca Juniors.

Con su última novela, “El aliento negro de los Romaníes” (Editorial Planeta, octubre de  2005), fue finalista en Argentina del Premio Planeta 2004. Historia de complejas pasiones, que si bien giran alrededor del amor no se agotan allí. La trama se sitúa en algún pueblo sin identificar de la Argentina y en una época del peronismo. El clima intensamente absurdo de la novela, bordeando siempre el realismo mágico, logra construir un retrato completo del pueblo Rom, más allá de idealismos y de estereotipos.

Actualmente coordina el seminario de narrativa de la carrera de Letras en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y dicta talleres literarios.

 INEDICH: LITERATURA ITINERANTE

Por: JUANCARLOS GAMBOA MARTÍNEZ

Quiero hacer públicas mis felicitaciones a Jorge Nedich, Rom Ludar de Argentina, por la reciente publicación de su última novela, editada en su país por el Grupo Editorial Planeta. A través de su breve pero intenso itinerario literario referido a su pueblo que principia en “Gitanos, para su bien o su mal” (1994), continúa con “Ursari” (1997),  sigue con “La extraña soledad de los Gitanos (2000), hasta llegar a su última obra, “El aliento negro de los Romaníes” (2005), Nedich va construyendo un estilo propio  desde el cual describe con exquisitez narrativa el discurrir de la vida cotidiana de los Rom.

El universo que con su ficción poética nos despliega Nedich se encuentra alejado de los estereotipos, buenos y malos, con que históricamente los pueblos sedentarios han identificado a los Rom. Muy por el contrario, el lugar protagónico que ocupan los Rom a lo largo de las coloridas tramas que entreteje, logran trascender aquellos escenarios donde casi siempre la sociedad mayoritaria tiende a ubicarlos: como hábiles timadores y ladrones o, en el mejor de los casos, como geniales artistas.

Es así como Nedich logra con su pluma que los Rom fluyan espontáneamente y se muestren ante los lectores con sus virtudes y defectos. De una parte los reivindica ampliamente, describiendo, sin pretensiones etnográficas, aspectos significativos de su patrimonio cultural e intelectual; pero de otra, en sus historias se traslucen también críticas a ciertos parámetros sociales y culturales de los Rom que considera deben dejarse atrás para que puedan hacer parte de la modernidad sin dejar de ser lo que son.

La calidad literaria alcanzada por Nedich en su trasegar por las letras está fuera de toda duda. Sus novelas ciertamente hablan por si mismas y no requieren de más presentación que sumergirse en su lectura. Sin embargo sus obras tienen, por decirlo de alguna manera, un valor agregado que no se puede despreciar: su historia personal y vital. Es así como quebrando los paradigmas de un pueblo ágrafo por excelencia, nómade por naturaleza y donde sus miembros le rehuyen consuetudinariamente a la educación escolarizada, Nedich sin haber adelantado jamás estudios primarios ni secundarios, logra acceder a la Universidad Nacional de Lomas de Zamora para cursar la carrera de Letras y, en esas condiciones, hacerse un gran escritor.

En mi concepto Nedich no sólo es uno de los más grandes escritores Rom que hay hoy en día, sino que también va en camino de consagrarse también como un reconocido escritor latinoamericano.

“El aliento negro de los Romaníes” es una buena novela que bien vale la pena leerse.  Su lectura será provechosa tanto para los que poco o nada conocen sobre los Rom, como para aquellos que tenemos muchos años de compartir sus alegrías y frustraciones. Ello es así porque el Rom es un pueblo que nunca acabamos de conocer y, por ello, no deja de sorprendernos. Y Nedich gratamente sorprende con este libro.

Finalmente para entender el complejo mundo de los Rom magistralmente construido por Nedich, hay que decirlo de una vez, no es suficiente conformarse con los comentarios, críticas y análisis que se le han hecho. Descalificar un texto sin haberlo leído es no hacerle justicia a un gran escritor Rom.

ENTREVISTA

EN EL ALIENTO NEGRO...

EL ESCRITOR BUSCA SALDAR CUENTAS CON SU IDENTIDAD GITANA

Por: SILVINA FRIERA (*)

Cada novela de Jorge Nedich, el primer escritor Gitano de la Argentina, busca saldar una cuenta pendiente con su identidad y con la mochila pesada de los estereotipos. Gitanos ladrones, mendigos y vivillos que desparraman maldiciones a diestra y siniestra. Estos prejuicios tan arraigados, --hasta el genial pintor italiano Caravaggio los plasmó en ese cuadro-crónica de costumbres, La buenaventura, con la cíngara que mientras “lee” la mano de un joven le está sacando el anillo—están latentes en “El aliento negro de los Romaníes” (Planeta).

Maida y su esposo Petre deben echar raíces en un pueblo por la rotura del camión en el que deambulaban de acá para allá --los Romaníes pueden andar libres por el mundo sin pagar impuestos, gracias a un pacto con Dios--. Ella vende baratijas y trabaja en la cosecha; él roba zinc y fabrica fuentones. “Los que están en los márgenes sociales siempre caen en el delito de supervivencia --explica el autor en la entrevista con Página/12--.

Pero una vez que se sedentarizan, sufren las consecuencias políticas”. Nedich recuerda en la novela un episodio real: el primer incendio de carpas a manos de punteros políticos del peronismo, que prohibió el nomadismo y la vestimenta y persiguió a los Gitanos por considerarlos “infieles”.

¿Por qué para los Gitanos la libertad es un valor absoluto?

–El sistema de vida nómade y oral hace que no tengan compromisos. Dentro de la oralidad no existen las palabras futuro ni pasado, es siempre presente. No se puede programar al Gitano, porque no se ata ni a la historia ni a un porvenir. Esta falta de ligaduras los muestra absolutamente libres. Lo paradójico es que esa libertad absoluta de los Gitanos es una forma de esclavitud. Cuando vos no querés hacer otra cosa que ser libre, terminás encapsulado en algo que decís que es la libertad.

-Uno de los personajes señala, refiriéndose a la religión, que están hechos de pedazos.  ¿Cómo se dio esa mixtura religiosa?

–Cuando los Gitanos salieron de la India y llegaron a Europa, entre el siglo XII y XIII, fueron tomados como esclavos, pero no querían trabajar para preservar su cultura. En ese peregrinaje tomaban préstamos de todas las religiones y culturas. Si en un lugar regía como religión oficial el catolicismo, ellos decían que eran católicos, pero mostraban mezclas de todas las religiones, y esto servía como excusa para condenarlos y asesinarlos, sin que ellos pudieran defenderse.

El “ensayo general” sobre el holocausto Gitano ocurrió en Medina del Campo (España), en 1499, cuando fueron apresados unos 25.000 Gitanos. Allí se los tenía en una especie de ghetto para que no se reprodujeran, separaban a las esposas de los maridos, a los hijos los mandaban a casas de campesinos españoles, les prohibían la lengua, la vestimenta y tenían que aprender el catecismo. Esa suerte de desaparición por asimilación se llevó a cabo en muchísimos países.

¿Cómo fue en el caso de sus antepasados?

–Eran esclavos en Rumania y fueron liberados en 1869. Nedich es yugoslavo, ellos vivían en Bosnia, que entonces estaba bajo el principado rumano. Mi apellido es yugoslavo, pero mi lengua es la rumana. Al ser liberados se expandieron por Europa, y cerca del 1900 llegó mi abuelo paterno, que había nacido en Francia. Cuando esos esclavos rumanos salieron, los que pudieron zafar de las cadenas psicológicas volvieron a sus costumbres.

-En las películas de Emir Kusturica siempre aparecen personajes Gitanos. ¿Qué opina de la manera en que los presenta el cineasta bosnio?

–Me gustan mucho sus películas. El tiene una visión dislocada y alterada, la visión del Gitano que, al ser nómade, no tiene esa organización mental de la cultura occidental. Mi abuelo, por ejemplo, no tenía conciencia geográfica, decía “otro gobierno”. Cuando ocurrió el terremoto en San Juan, que había afectado parte de Mendoza, él no entendía por qué no se le pedía ayuda a Chile, que estaba más cerca que Buenos Aires.

En “Tiempo de Gitanos”, Perhan entrega su hermana a un Gitano que es corruptor y explotador de menores para que la lleve a un hospital. Perhan se da cuenta de que la hermana no fue operada, la sale a buscar y la encuentra en Roma, pidiendo limosna. Quiere matar al explotador, pero cuando lo ve en un bar, le ofrece manteca, mermelada, cigarrillo, y Perham, que sale a combatir contra eso, se convierte en explotador. Kusturica muestra el estereotipo, pero también la imposibilidad de romper el círculo.  Ese pibe quiere progresar y no tiene posibilidades ni dentro ni fuera de la comunidad.

– Usted es el primero de su familia que sabe leer y escribir. ¿Qué problemas le generó esta diferencia y el deseo de ser escritor?

–Cuando me vieron leer por primera vez, mis viejos pensaron que estaba jugando; después comprobaron que realmente leía y fue una conmoción. Lo mismo les ocurrió cuando empecé a escribir a los 17 años. Sentían que era un delirio. ¿Cómo iba a ser escritor si ni había ido a la escuela? La primera dificultad que tuve fue la lectura. Yo aprendí a leer porque vendía historietas en los trenes. Cuando pasé al libro y me encontré con la puntuación y las oraciones con más de un sujeto, no entendía nada. Comencé a escribir claro porque los libros eran confusos. Esto determinó un estilo de escritura que me ayudó a profundizar en las cuestiones íntimas del ser humano.

 JORGE EMILIO NEDICH, GITANO Y ESCRITOR

Por: CLAUDIO ZEIGER (**)

TIEMPO DE GITANOS

“La Leyenda Gitana” o “La Extraña Soledad de los Gitanos” título con el que fue editada en España, propone un interesante acceso a las costumbres y a la cultura de los Gitanos, pero a medida que la trama avanza en el tiempo, logra poner en escena otra cuestión: el conflicto que se les planteó a los Gitanos de las últimas décadas entre la conservación de la tradición y las presiones de la modernidad. Nedich ostenta una doble condición para afrontar estos conflictos culturales: puede abordarlos como investigador de la evolución del pueblo Gitano (de hecho, está terminando un ensayo que complementará su trabajo como narrador) y también como una cuestión absolutamente personal, ligada a su familia y a la mítica nación Gitana de la que también forma parte.

Refugiado en la primera condición, Nedich sitúa con precisión el final de la Segunda Guerra como el momento crucial de cambio para los Gitanos dispersos por el mundo: “Los grandes cambios en la comunicación y el crecimiento demográfico los obligaron a abandonar el nomadismo.

Entonces los Gitanos se vieron obligados a incorporar muchas categorías y cambios a los que se habían resistido hasta entonces. En primer lugar, la lectura. Hasta mediados del siglo veinte, el 90 por ciento de los Gitanos no sabía leer. Era una forma de rechazar categorías ajenas a su cultura. Pero cuando deciden sedentarizarse empezaron a aprender a leer y escribir, aunque no concurrieran a las escuelas.

En un momento de la novela de Nedich aparece esa brecha gigante entre los Gitanos viejos, defensores a ultranza de las costumbres, y los Gitanos nuevos que entran en contacto con la universidad y la tecnología, y pretenden cambios en su vida.

YO FUI NÓMADE

La segunda condición de Nedich --la vivencia personal-- pone las cosas en un terreno más vívido aún: “Lo que recuerdo de mi conflicto personal es que tenía mucha necesidad de saber. Mi familia era nómade, vivíamos en carpas, yo había empezado a ir a la escuela en tres o cuatro oportunidades pero, cuando nos trasladábamos, dejaba. Igual aprendí a leer, aunque hasta los diecisiete años no había aprendido a escribir. Coleccionaba revistas, leía historietas, pero cuando me decidí a leer libros tuve muchos problemas que no se me presentaban con las historietas: me costaba entender lo que leía en un libro. Sufrí mucho por eso.

Fue un momento difícil: o me encerraba y volvía al grupo o seguía avanzando en mi apertura al mundo exterior. Al final le tomé la mano a la cuestión de la puntuación y pude empezar a acceder a buenas lecturas (Borges o Foucault, para dar dos casos de lectura compleja), pero no sin dificultad.

Dentro del pueblo Gitano, leer libros no era mal visto: simplemente era considerado una pérdida de tiempo”. El nomadismo le dejó el sabor de la vida aventurera, que por supuesto incorporó como parte del arsenal como narrador; pero en la medida en que pasaba el tiempo, y el futuro escritor crecía, llegaba la conciencia dolorosa de las diferencias con el mundo de afuera.

“Jamás volví a tener el sentido de la libertad que yo sentí en la infancia siendo nómade. Acampar en sitios alejados de los pueblos, debajo de los árboles, y despertar en la carpa con el canto de los pájaros era algo maravilloso.

Pero después, el contacto con el mundo ya tiene otro color. El Gitano más radical tiene un retraso de dos siglos. Hacete a la idea de que te vas de mochilero por la ruta: son días sin bañarse, tenés que empezar a cuidar mucho el agua, vivís sin luz eléctrica. Eso es el nomadismo.

En la adolescencia empezás a advertir que el mundo va más allá de tu hábitat, y que es muy duro, que hay discriminación. Entonces uno sufre un shock y se pone a pensar. Ése es el desencanto del nomadismo: cuando vas entendiendo que estás atrasado con respecto al mundo.”

ALUMNO EJEMPLAR

Un buen día, Jorge Nedich decidió estudiar Letras y se presentó en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. “Me tomaron una prueba de evaluación porque hay una ley que permite que los mayores de 25 accedan a la universidad sin haber terminado el secundario.” Después de dar la prueba, le preguntaron en qué año había dejado el secundario: “No lo dejé. No lo hice”, contestó él. ¿Primario aprobado? Tampoco.

El caso derivó entonces en un precedente jurídico: “Tuvo que intervenir la Justicia para que se me posibilitara el acceso. Ahora estoy cursando el segundo año”. A decir verdad, Jorge Nedich se ha convertido en una módica celebridad en la carrera que cursa. Alumno ejemplar, con asistencia perfecta hasta que le avisaron que su novela había quedado finalista del Premio Planeta (que ganó finalmente Carlos Gorostiza con “Vuelan las Palomas”), para asistir a la fiesta el día del premio, Nedich reunió a sus compañeros y los puso al tanto de la causa del primer faltazo que iba a tener en dos años. “Ellos tuvieron un gesto muy lindo.

Como se transmitía el premio por televisión con la conducción de Santo Biasatti, se fueron todos al bar para ver la velada. En el bar no tenían cable, así que tuvieron que volver a clase, pero allí le contaron al profesor por qué yo estaba ausente y entonces todos aplaudieron para hacer fuerza.”

Aunque suene curioso, cuando Nedich empezó a escribir no se dedicó a narrar historias de Gitanos. Le encantaba la literatura gauchesca (al fin y al cabo, los gauchos también fueron nómades) y le fascinaban los compadritos de Borges. “Cuando iba a talleres literarios, mis compañeros esperaban cuentos de Gitanos, al punto que empezaron a acercarme casetes con música zíngara o notas periodísticas sobre el tema.

Ahí empecé a darme cuenta de lo que se decía desde afuera acerca de nosotros. Entonces empecé a investigar yo, como una necesidad de confrontar las versiones. Empecé a hacerlo a los veinte años, y ya llevo dos escribiendo el ensayo sobre el pueblo Gitano. Me parece que no hay en todo el mundo buenas investigaciones hechas desde adentro, y en la Argentina directamente no existen. Hubo logros en otras artes, pero no en la literatura. Y con justa razón, porque es un pueblo que se negaba a la escritura.”

MALDICIÓN GITANA

Todos --los que no somos Gitanos, pero los hemos visto con sus trajes, leyendo la línea de las manos, adorando el oro que reluce-- crecimos envueltos en creencias y prejuicios sobre los Gitanos: que roban niños (mito que generó la venerable advertencia de los mayores de no acercarse a sus autos), que roban los anillos cuando predicen el futuro, que echan maldiciones y ejercen otras tantas picardías. Más allá de los prejuicios y los mitos, “Leyenda Gitana” trata en forma objetiva varios de estos tópicos clásicos de la picaresca de los trotamundos. Para Nedich, “el origen del temor a los Gitanos tiene que ver con algo real: todos los pueblos nómades, puestos en la sociedad de hoy, terminan delinquiendo en un porcentaje muy alto.

Vuelvo a la comparación con la vida de mochilero: a la semana perdés la pulcritud, empezás a quedarte sin víveres, no tenés comodidades para cocinar. Y entonces es muy probable que, si pasa una gallina o una oveja, la manotees y la comas. Lo que no hace el nómade es quedarse con veinte gallinas o veinte ovejas.

Cuando los Gitanos venían atravesando pueblos era seguro que iba a faltar alguna gallina o alguna oveja. Esto alimentó el mito de que los Gitanos se robaban todo. Y lo mismo ocurre con la adivinación: una Gitana te pide el reloj y unos pesos y te dice que lo va a curar, y vos te vas a quedar esperando toda la vida que vuelva con tu reloj. No deja de ser un delito, no la estoy excusando, pero siempre tuvo que ver con la necesidad de supervivencia”.

NACIÓN GITANA

En 1982, a raíz de un pedido de Yul Brinner (él preside una de las asociaciones Gitanas más poderosas), la Unesco otorgó el reconocimiento de nación al pueblo Gitano. Esa nación había tenido su origen en el noroeste de India, pero Nedich acepta que, para el mundo entero, las referencias de la tierra Gitana están en España, Hungría y Rumania.

“Los Gitanos de esa zona han trascendido a través del arte, con los violines, con el guitarrista de jazz Django Reinhardt, con el cante y el flamenco en España”, señala. Pero, más allá de ciertas imágenes cristalizadas en el arte y el folklore, los problemas sociales de los Gitanos iban por otros rumbos y eran muy acuciantes: ¿Cómo serán los Gitanos del futuro? ¿Tendrán documentos de identidad? ¿Irán todos a la escuela, podrán elegir su destino, el mundo los dejará elegir la vida que deseen?, se pregunta un personaje de “Leyenda Gitana”

Allá por los años ‘20, en un pueblo perdido de la provincia de Buenos Aires donde está acampando por unas semanas. Ahora que ese futuro imaginado inevitablemente llegó, Nedich se anima a contestar algunas de esas preguntas que le hizo formular a su personaje. “Sí, el Gitano hoy tiene documentos, va a la escuela, se educa, recibe formación. Pero queda por delante toda la discusión acerca de la problemática de insertarse o no en la sociedad. Porque la discriminación es mutua. Pero hay que hacer la salvedad de que el Gitano discrimina al sistema, no a las personas. Los Gitanos se opusieron históricamente al esclavismo y enfrentaron la muerte por eso.

Durante la Revolución Industrial, cuando se plantea vender la fuerza de trabajo, los Gitanos se negaban. Esto llevó lógicamente a una persecución política. Cuando el capitalismo creó leyes contra la vagancia y la errancia, el Gitano, por supuesto, fue de los primeros en padecerlas. Y también sufrió la persecución religiosa, porque no bautizaba a sus hijos, no pagaba el diezmo, no iba a misa.

Todavía hoy se niega a vender su fuerza laboral, se pregunta ¿por qué tengo que trabajar doce horas para otro? Lo cual es discutible, porque la idea de ser absolutamente libres puede llevar a la esclavitud. El pueblo Gitano no tiene más remedio que ir cediendo en sus pretensiones de mantenerse al margen de la sociedad.

La integración va llegando de la mano del matrimonio mixto: el trasvasamiento cultural que hacen las mujeres es muy fuerte. Y el saldo es positivo: hace cincuenta años era un pueblo analfabeto; hoy cuenta con egresados en todas las carreras. Es bastante lo que se consiguió.”

PERFUMADO Y MELOSO

“Mi mundo ya no es el de los Gitanos que aparecen en la novela, pero sentimentalmente estoy muy ligado a ellos”, dice Nedich, consciente de que por el momento resultará bastante difícil que los Gitanos lean sus libros. “Yo creo en el principio de la unidad en la diversidad. Apunto a una integración, pero conservando la diferencia. Me baso en una anécdota de Lévi-Strauss que leí en un texto de Susan Sontag: resulta que lo llevaron a Puerto Rico y le mostraron una destilería de ron muy limpia, que tenía toda la grifería cromada y brillante.

Pero cuando probó el ron que hacían allí, lo encontró vulgar y grosero. Después lo llevaron a una destilería del siglo XVIII en la isla Martinica, donde encontró un ron que le pareció perfumado y meloso. Lévi-Strauss terminaba diciendo que eso es lo que ocurre con las sociedades modernas: tratan de borrar el perfume y el sabor de las sociedades antiguas. Creo que en esta misma encrucijada se encuentran los Gitanos: ¿cómointegrarse y mantener esas virtudes perfumadas y melosas que supo apreciar Lévi- Strauss?”

 

 

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(*) Tomado de: http://www.delsolmedina.com/Laculturavividadesdelosm%E1rgenes.htm

(**) Tomado de: http://www.pagina12.com.ar/2000/suple/radar/00-04/00-04-23/nota2.htm